Los próximos 24 y 25 de junio se reúnen en La Haya, en su cumbre anual, los jefes de Estado y Gobierno de la OTAN. En este encuentro, que “transformará nuestra alianza”, según dijo Rutte este lunes, se espera formalizar esa demanda para disparar el presupuesto nacional en defensa de cada uno de los miembros de la Alianza hasta ese 5%. Este incremento puede suponer graves problemas presupuestarios a muchos países, entre ellos España, para los que ya incluso esa meta del 2% constituye un hándicap.
A la cumbre de La Haya ha sido invitado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, vaticinando así que la guerra de Ucrania volverá a ser uno de los temas claves de la agenda de los 32. Aunque está descartado que Kiev sea invitado de nuevo a sumarse al bloque euroatlántico, por el rechazo de EEUU a que se dé ese paso, se mandará un mensaje de apoyo, y posiblemente nuevos compromisos de suministros de armas.
Moscú aparece de nuevo como el enemigo de la OTAN y la lucha contra sus supuestos planes de expansión son el argumento definitivo para promover en Europa el rearme. De este incremento del gasto militar, se convirtió en adalid principal en la UE la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, uno de los halcones europeos del belicismo contra Moscú y partidaria acérrima de que la guerra de Ucrania se resuelva sobre el campo de batalla.
Si esto llegara a ser así, las perspectivas para Kiev no serían muy boyantes. A pesar del impulso propagandístico que tuvo hace una semana el ataque con drones a varios aeródromos militares rusos y la destrucción de una docena de bombarderos estratégicos y otras aeronaves, lo cierto es que en el frente bélico las cosas no van demasiado bien para el ejército ucraniano.
Por una parte están los nuevos avances en el norte, en las regiones de Sumi y Járkov, donde Rusia quiere crear una zona de contención en territorio ucraniano, a guisa de cortafuegos para evitar otra incursión masiva como la que protagonizaron las tropas ucranianas el verano pasado en la región rusa de Kursk.
Un nuevo frente en Dnipropetrovsk
Pero además, este domingo Moscú confirmó el éxito de la ofensiva lanzada por las fuerzas rusas hacia Dnipropetrovsk, en el centro oriental de Ucrania. Según el Kremlin, sus tropas habrían entrado ya en esa región. Si prospera este avance, podría causar el desmoronamiento de la defensa ucraniana en el frente de la vecina Donetsk y su conquista total por Rusia, uno de los objetivos de Moscú en la actual fase de la guerra.
Dnipropetrovsk no se cuenta entre las cuatro regiones anexionadas en la invasión rusa (Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, ocupadas en parte y reclamadas ya como territorio ruso ante unas eventuales negociaciones), por lo que un avance en profundidad allí marcaría una nueva fase en la guerra y podría definir el objetivo de la ofensiva rusa a gran escala que, según el Gobierno de Kiev, se estaría gestando para este verano.
Moscú acusa a la OTAN de buscar un choque por una amenaza “ilusoria”
El Kremlin se pronunció este lunes sobre la apuesta de la OTAN de rediseñar su defensa antimisiles, hasta blindar sus cielos con un escudo antiaéreo que podría desequilibrar el actual statu quo de este tipo de fuerzas en Europa en detrimento de Rusia.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que ese plan introduce unos elementos “conflictivos” en las ya tensas relaciones entre la OTAN y Rusia y subrayó la incidencia que esos gastos tendrán en los ciudadanos de a pie europeos, inmersos así en la carrera armamentística impulsada por Bruselas y Washington ante una amenaza que, subrayó, es falsa.
Peskov acusó a la OTAN de ser “un instrumento de agresión y confrontación” que utiliza la “ilusoria” amenaza de Rusia para conseguir sus planes. Esa, indicó, es su “auténtica naturaleza”.
Peskov aseguró que “Rusia tendrá que responder a tales acciones expansionistas y agresivas de la OTAN”, y una posible respuesta podría ser el levantamiento de su moratoria al despliegue de misiles de corto y medio alcance. EEUU ya abandonó en 2019 (en el primer mandato de Trump) el tratado para la eliminación de misiles de corto y medio alcance firmado en 1987 por Washington y Moscú. Ahora, el Kremlin podría dar un golpe en la mesa y apostar por la expansión de ese tipo de armamento de rango intermedio en todas sus fronteras.
Kiev teme quedarse sin sistemas antimisiles
El anuncio de Rutte de que la OTAN debe multiplicar su blindaje con sistemas antimisiles no ha sentado tampoco bien en Ucrania, que teme que esta apuesta atlantista lleve a reducir la entrega de este tipo de armamento por parte de países europeos y, en concreto, de EEUU, que ya ha reducido sus aportaciones desde la llegada de Trump al poder en enero pasado.
Para evitar un menoscabo en su capacidad defensiva por el incremento de los ataques rusos con drones y misiles en los últimos meses, Kiev propuso a Washington que le vendiera nuevas unidades de sistemas antiaéreos, por ejemplo, los Patriot, después de que el Pentágono decidiera cortar su entrega gratuita a Kiev. Esta propuesta de compra agradó a Trump, pero finalmente no se llegó a concretar.
La carencia de suficientes sistemas de interceptación de misiles y las nuevas oleadas de drones y proyectiles balísticos y de crucero lanzados por los rusos han vuelto muy vulnerables las instalaciones militares ucranianas. El viernes pasado se produjo una de esas lluvias de drones y misiles rusos, que causó graves daños en fábricas de armas, arsenales e infraestructuras aeronáuticas ucranianas.
“Todavía esperamos una respuesta a la petición de comprar sistemas” antiaéreos, dijo Zelenski este fin de semana. Ucrania espera “señales concretas, no solo palabras”, se lamentó. El presidente ucraniano recordó que su país contaba con la venta por EEUU a Ucrania de cerca de 20.000 misiles especiales para el derribo de los drones rusos de fabricación iraní Shahed, pero que finalmente esa partida ha acabado en el arsenal de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Oriente Medio.
Si se confirma además la adquisición a gran escala por los países de la OTAN de los sistemas estadounidenses antimisiles, Ucrania podría quedar desguarnecida a medio y largo plazo, y constituiría un serio revés si la guerra se alarga un año o dos más, algo bastante factible si se tiene en cuenta el fracaso, hasta el momento, de las conversaciones de paz promovidas por Trump. /
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